PREFACIO DE LA 2ª EDICIÓN RENOVADA
Hace algún tiempo que vengo pensando que los libros ya publicados también deberían poder "autorrealizarse", es decir, al igual que las personas, poder ir expresando al máximo todas sus posibilidades, lo que, en el caso de un libro, significa en especial poder renovarse para actualizarse. En cierta manera, a través de la presente edición, Vivir es autorrealizarse: Reflexiones y creaciones en Análisis Transaccional es un libro que se ha "autorrealizado" en algún grado, es decir, que es un libro renovado y puesto al día, ya no sólo en cuanto a información nueva sobre el Análisis Transaccional, sino ante todo en su "espíritu", con cambios en ambos aspectos que considero muy importantes respecto a la primera edición. En parte, naturalmente, estos cambios han sido el resultado de mi propio desarrollo personal y profesional.A lo largo de los años desde que se publicó el libro, no sólo he vivido y crecido como persona, sino que he trabajado y crecido como psicoterapeuta, teniendo ocasión de seguir verificando, experimentando y reflexionando sobre mucho de lo escrito en la primera edición. Desde luego, en su mayor parte aun sigue siendo vigente, válido y útil, como lo era entonces. Pero también he vivido frustraciones de las que, en definitiva, he obtenido un aprendizaje. Algunas son principalmente de tipo técnico y otras son principalmente de tipo personal, aunque, de hecho, ambas aspectos se entremezclan.
Una de las frustaciones -de tipo técnico- fue consecuencia de haber ido dándome cuenta de la confusión y falta de consenso que existía y existe aun en algunos de los considerados temas fundamentales del Análisis Transaccional, siendo a destacar el de los estados del yo. Así, por una parte parte, fuí descubriendo que, pese a la convicción unívoca con que a veces se hablaba y se sigue hablando del tema –y yo mismo he "enseñado" también así-, de hecho, no se estaba utilizando ni se utiliza un único modelo de los estados del yo, sino que existía una fuerte controversia al respecto, lo que me llevó no sólo a investigar, sino a buscar alguna solución integradora. Parte de los resultados fueron publicados en Transactional Analysis Journal en el artículo "Un análisis integrador de los modelos de los estados del yo" (0ller, 1997), que puede verse en el anexo A. Otros aun no están publicados, pero tienen que ver con habitual confusión de conceptos entre los estados del yo y los órganos psíquicos.
Naturalmente, en esta edición he tomado en cuenta estos resultados, hasta el punto de que incluso he reescrito todo el capítulo 3: "Nuestros personajes y su mundo" y buena parte del capítulo 13: "Un desarrollo autorrealizador", pues son los que han sido más afectados por estas cuestiones. Pero además, también se encontrarán reflexiones, aclaraciones y cambios sobre otros aspectos teóricos y prácticos, es decir, que he reescrito mucho de otros capítulos. Por ejemplo, entre otros, se encontrará el cambio del término aislamiento (Oller, 1986) por el de retramiento y el de Niño Aislado por el de Niño Retraído, en base a nuevas precisiones conceptuales y ante todo terminológicas, que justifico, pues pese a la difusión que tuvo el concepto en su momento, con frecuencia aun sigue "ignorándose". También he reorganizado algún material del libro que antes estaba en el capítulo 2 y que he considerado de menor interés general, colocándolo en los dos últimos anexos del final. En resumen, todo el contenido ha sido revisado y renovado, para ser en lo posible coherente con su subtítulo de Reflexiones y creaciones en Analisis Transaccional.
Otra de las frustraciones –de tipo personal- fue consecuencia de haberme ido dándome cuenta de que, en algunos aspectos, el contenido de la primera edición del libro reflejaba cierto triunfalismo, relativamente frecuente en las presentaciones del Análisis Transaccional, respecto a lo que con su ayuda podía lograrse cambiar de uno mismo, la rapidez en cambiarlo y el estado de bienestar final que resultaba. Sin embargo, lo que he ido viviendo posteriormente en mi propia vida personal y profesional, se ha encargado de poner las cosas en su sitio, desde luego, afortunadamente.
Ciertamente, el AT es muy útil y he comprobado ampliamente su efectividad tanto en mi mismo como en mis clientes, pero también tiene sus límites y no explica todas las dificultades que podemos ir experimentando en la vida, ya no sólo desde el punto de vista espiritual –que, desde luego, no es su finalidad específica-, sino también en aquellos aspectos de nuestro desarrollo que no tienen que ver propiamente con el guión psicológico, ni tampoco con haber estado viviendo siguiendo un contraguión (es decir, un plan insconsciente aparentemente positivo, que acaba en un desenlace negativo). Desde luego, a veces esto último es posibilitado por ciertas presentaciones y usos que se hacen del Análisis Transaccional, pero, en realidad, me estoy refiriendo a aquellas etapas, crisis y cuestiones de tipo psicológico-existencial que no podemos eludir vivir según la edad que vayamos teniendo en la vida, como, por ejemplo, la crisis de la mediana edad, el proceso de envejecer, la próximidad de la muerte, etc., por citar sólo algunos temas. Bastantes de estas manifestaciones conllevan lo que llamo separaciones individuadoras, que son necesarias para crecer, si bien implican sus propios sinsabores.
El Análisis Transaccional es realmente una metodología muy útil para facilitar el logro de un buen nivel de autonomía psicológica, pero, precisamente y aunque sea una paradoja, dicho logro implica también su propio nivel de dificultades, en su mayor parte de tipo existencial. Son las dificultades que ha de vivir y afrontar aquella persona a la que Ken Wilber (1988) denomina el centauro existencial, alguien que ( pág. 114) "no constituye sólo una unidad integral superior al ego, el cuerpo, la persona y la sombra, sino una importante transición hacia los dominos sutiles y transpersonales superiores". Pero al mismo tiempo, también según describe Wilber, una persona en quien (pág. 238) "el yo, que ha aceptado (hasta cierto punto) la muerte y la trascendencia de todos los niveles inferiores, se halla ahora completamente identificado con el ego mental –el ego P-A-N (y esta referencia al modelo Padre, Adulto y Niño del AT es de Wilber, no mía)-, y esta nueva sensación de identidad sustitutoria se fortifica hasta los dientes para defenderse de la muerte y de la trascendencia".
Así pues, no todo queda resuelto con lo que nos podemos facilitar resolver –que es mucho- con el Análisis Transaccional en nuestro crecimiento personal. Aun con la satisfacción de todo lo que podemos lograr en cuanto a cubrir nuestras necesidades de individuación y vinculación, existen nuevos posibles logros por delante, con sus propias dificultades, nuestras limitaciones humanas al respecto y las frustraciones que de todo ello resulta. También, claro, el mundo tiene sus propios problemas reales que interfieren en las cosas y que también nos afectan, pues no vivimos solos.
En consecuencia, en esta edición me he propuesto eliminar el triunfalismo, en cuanto a lo que éste tenga de poco realista, lo que no niega que podemos seguir siendo optimistas en nuestras expectativas respecto a la utilidad del Análisis Transaccional. Por tanto, en base a lo que he explicado, he revisado todo el contenido del libro desde dicha perspectiva, además de que también he aclarado y a veces ampliado algunos conceptos, así como he cambiado los títulos de algunos capítulos, como ejemplo, para quien no conoce la edición anterior, cuando el capítulo 10 antes se titulaba: "Creamos nuestro propio mundo" (al más puro estilo de quienes creen en el poder sin límites del pensamiento positivo, creencia que no comparto), ahora se titula: "Causamos parte de nuestro mundo". Otro ejemplo es el del capítulo 8, antes titulado: "Podemos cambiar, no sólo mejorar", que ahora se titula: "Podemos lograrlo, no sólo intentarlo" y que además añade el concepto de escala estimativa del logro. Y refiriéndome a nuevos conceptos, otro que he añadido es el de núcleo esencial de los estados del yo, en el capítulo 3. Pero hay bastantes variaciones más, que aclaran, cambian o añaden conceptos.
También, desde luego, hay informaciones y datos nuevos, tanto a nivel de nuevas contribuciones de autores transaccionalistas y de otros enfoques, como en la bibliografía en general. Algo que pienso que será útil es que he localizado todo el material que he podido que estuviese traducido al castellano, ya se trate de libros, como, muy es especial, de artículos. También he revisado las figuras ilustrativas, aclarando y modificando algunas, así como he añadido algunas nuevas. Así mismo, he revisado el estilo y claridad lingüistica del texto.
Otra cuestión que quiero comentar tiene que ver con el uso del lenguaje, pues vengo observando y lo he confirmado de nuevo al revisar el libro, que, a veces, para referirise a según que cosas desde un punto de vista descriptivo-formal, es prácticamente inevitable –o la costumbre puede más que el propósito- hacerlo como que "son" de tal manera o de tal otra, pareciendo entonces que "son" de una manera unívoca e incuestionable. Por tanto, aunque en lo posible he procurado tenerlo en cuenta, a veces, puede que cuando me refiera a algunas cosas como que "son" de una determinada manera, dicho "son" tenga el sentido de de son generalmente, otras el de son frecuentemente, otras el de son probablemente y aun otras veces el de son dialécticamente, es decir, que no se excluye la interacción con su contrario dialéctico.
Para terminar, no pretendo, desde luego, que quienes adquirieron y leyeron la primera edición, adquieran ahora esta, pero si tienen la ocasión de leerla les sugiero que no la desaprovechen, pues creo que también les será de utilidad y tendrán la oportunidad de una experiencia que pienso que es bastante inusual: la de leer un libro que en cierta manera se ha "autorrealizado", haciendo honor a su título. Mis mejores deseos.
Jordi Oller Vallejo
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Barcelona, Junio de 2000.
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