UN MALENTENDIDO EN EL NO-APEGO (3)


Después de alcanzar la iluminación, Buda pasó a vivir a nivel práctico y describió lo que se denomina Las Cuatro Nobles Verdades, concretándolas en: la existencia humana es sufrimiento, la causa del sufrimiento es el deseo, la extinción del deseo acaba con el sufrimiento y la extinción del deseo se logra siguiendo El Óctuple Sendero. Para seguir este sendero ha de crecerse en conseguir los nueve preceptos que comprende y que son: recta visión, recta aspiración, recta palabra, recta conducta, recta vida, recto esfuerzo, recta mente y recta contemplación. Hasta aquí todo parece incluso trivial, pero también -curiosamente- implícitamente contiene la causa de un malentendido, el cual resulta del concepto de no-apego que ha ido derivando de las tres primeras verdades descritas por Buda.

Por una parte, el malentendido se origina en que como la única manera de acabar con el sufrimiento es mediante el no-deseo y este no-deseo se ha interpretado como equivalente a no-apego, la solución, por tanto, está en el no-apego. Así, si queremos dejar de sufrir todo consiste -fácil solución- en no apegarse a nada, ya se trate de cosas, ideas, vivencias, situaciones y demás "obstáculos", y, desde luego, aún menos a personas. Y así, el no-apego suele practicarse "vinculándose lo mínimo posible" y "desvinculándose lo máximo posible", sin comprometerse afectivamente, todo en aras de evitar el sufrimiento y de poder alcanzar la tan anhelada iluminación liberadora. Pero entonces, la práctica del no-apego se convierte en algo muy atrayente para aquellas personas que, debido a sus condicionamientos de supervivencia y sin ser conscientes de lo que sucede, trabajan en su individuación orientadas de manera narcisista. Se trata entonces de personas que idealizan mediante la proyección en la filosofía del no-apego de sus deseos regresivos, es decir, prepersonales, de felicidad absoluta, víctimas de la falacia pre/trans que ha descrito Ken Wilber , o sea, la confusión entre las manifestaciones prepersonales y las transpersonales. Si además estas personas están siguiendo enfoques de crecimiento personal que les alientan y refuerzan en la misma confusión, paradójicamente, el desarrollo del yo auténtico se ve seriamente perturbado, siendo en cambio fortalecido entonces el desarrollo del yo artificial.

Desde otro punto de vista, el malentendido se refuerza debido a que las cosas se interpretan -lo cual es muy dudoso- como si Buda por "deseo" entendiera "necesidad", lo que ha traido como consecuencia que, a su vez, "no-deseo "se haya interpretado como "no-necesidad". Por ejemplo, cuando tenemos hambre no decimos "deseo comer", sino "necesito comer". Ciertamente que, a veces, cuando tenemos hambre y tenemos delante nuestro comida con la que podemos satisfacerla, entonces deseamos tener otra comida que no está al alcance. También es cierto que, otras veces, sin tener realmente hambre, entonces deseamos comer ya sea una comida que tenemos delante o una que fantaseamos nos gustaría poder tener al alcance. Obviamente, este tipo de deseo que no responde a nuestras necesidades auténticas o a las posibilidades reales de satisfacerlas, es el que realmente engendra sufrimiento, pero se trata entonces de un sufrimiento artificial, pues la frustración que se vive está provocada por uno mismo, es decir, que no es natural. El yo artificial está repleto de estos deseos innecesarios, irreales, inalcanzables, inflados, fatuos, etc., los cuales son a los que Buda probablemente se refería. El médico y psicoanalista Miguel Fraile denomina yo-deseante al yo artificial y ha escrito al respecto: "La Segunda Noble Verdad del budismo afirma que el deseo es el origen de todo sufrimiento. Por tanto, el yo-deseante es en verdad el origen de todo sufrimiento. El placer y el sufrimiento siempre son del yo y sus deseos..." Sin embargo, en cambio, ha de tenerse en cuenta que nuestro yo auténtico tiene necesidades reales de expresión y de afirmación en la vida, las cuales está bien satisfacer, de manera que, al satisfacerlas -si es que se puede, claro-, también se extingue el sufrimiento de una manera natural, sin necesidad de renunciar a ellas para nada. Y en el caso de que estas necesidades reales no puedan satisfacerse debido a impedimentos que también sean reales, el sufrimiento resultante a causa de la frustración, es un sufrimiento natural, por el cual uno no debe sentirse aún peor, por sentirlo.

Otro aspecto del malentendido respecto a la filosofía del no-apego, es que el significado psicológico del término apego es distinto de su significado desde el punto de vista espiritual. En psicología, los conceptos de apego, conducta de apego y vínculos de apego se refieren a manifestaciones que son estudiadas actualmente dentro de la denominada teoría del apego, respondiendo éstas a necesidades humanas básicas, que son vitales para nuestra supervivencia y desarrollo. Resulta entonces que realidades filogenéticas, psicológicas y hasta espirituales, como la del impulso vinculador, son vistas como sospechosas por seguidores de sistemas de crecimiento espiritual de corte oriental. Pero el significado espiritual el término apego viene a ser el de identificación, lo que, sin embargo, aún no sirve para resolver el problema, sino que plantea otro problema adicional, ya que el concepto de identificación también describe en psicología un mecanismo psíquico necesario en el desarrollo inicial del yo personal. En cambio, en el camino espiritual por identificación se entiende el autoengaño que consiste en confundir nuestra identidad con ideas, sentimientos, pertenencias, símbolos y demás cosas, como si de nosotros mismos se tratasen, lo que nos impide llegar a descubrir y vivir nuestra realidad esencial. En consecuencia, para crecer espiritualmente hemos de practicar la desidentificación de estas "adherencias", es decir, hemos de desapegarnos de ellas (aunque el filósofo espiritual hindú Krishnamurti cuestiona tal cosa como el desapego), para ir profundizando hacia el encuentro con nuestra realidad profunda, es decir, el ser esencial. Y todo esto, desde luego, es bueno para nuestro crecimiento, pero sin olvidar tener en cuenta no confundir los conceptos, para evitar entonces perjudicarnos a nosotros y a los demás.

Abundando en la clarificación terminológica, el término apego es una de las acepciones por las que se puede traducir el vocablo pâli "tanha" (el pâli es una lengua hindú derivada del sánscrito), vocablo que, en realidad, de hecho, tiene una connotación más negativa, la cual correspondería con mayor precisión con los conceptos de "avidez", "codicia" o "ansia" por algo. Por tanto, el término apego conviene entenderlo en el sentido de "apego ávido", de "apego ansioso" o, a lo peor, de "apego codicioso", es decir, en general, en el sentido de "aferrarse a algo". Desde luego, entendido de esta manera, se justifica plenamente el propósito budista de evitar el apego, es decir, de evitar el aferramiento o aferro -como lo he denominado en una tentativa de solución -, en tanto que es algo que oscurece la mente y endurece el corazón. Y obviamente, también han de evitarse los vínculos aferrados.


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