TEXTOS PER CRÉIXER - 6


El text que segueix, el títol del qual en català és L'Ombra com a camí de creixement: assaig sobre l'ombra junguiana i la seva aplicació a processos de creixement humà, és obra d'Edgar Allan García. Aquest amb una notable aptitud psicològica i literària, ens descriu narrativament l'aspecte de la nostra psique al que en espanyol s'anomena la sombra i descrivint també el mecanisme psíquic enomenat la identificació projectiva, tot això d'una manera molt clara, completa i ben exemplificada, útil no només com a introducció al tema, sinó també per qui ja ho coneix.


LA SOMBRA

La Sombra es un concepto que desarrolló el psicólogo Carl Jung (1875-1961), uno de los grandes investigadores del comportamiento humano del siglo pasado. Como es bien conocido, Jung, que empezó bajo la orientación teórica de Freud, terminó proponiendo una escuela psicológica diferente a la de su maestro. Quiero aclarar sin embargo que no es mi intención desmenuzar aquí dicho "salto" teórico ni pormenorizar en las diferentes propuestas que legó Jung al mundo, sino acercar -en gran parte con ejemplos vívidos- a quienes poco o nada saben de temas psicológicos, académicamente hablando, a algunos de los aspectos más interesantes relativos a la Sombra. Esta afán no solo es ilustrativo si no y sobre todo formativo, pues considero que éste es un tema vital que puede remecer, y en algunos casos transformar la vida de quienes conozcan de cerca su propia Sombra, de la misma manera en que -lentamente y con altibajos- está transformando la mía.

El Gran Monstruo

A los niños, desde que son apenas unos bebes, se les enseña qué es aceptable y qué no lo es. Como sabemos, la enseñanza no solo se produce mediante lecciones verbales o castigos sino, y sobre todo, a través del ejemplo y de presiones sutiles pero de gran efectividad. Una mujer que se esconde de su hijo pequeño para desvestirse, le está enseñando que el cuerpo desnudo es algo vergonzoso y, por extensión, la sexualidad. Un padre que premia los logros deportivos de su hijo y se muestra indiferente ante sus logros académicos (o viceversa), le está indicando cuál es el camino que él desea que éste siga. Una niña a la que prohíben jugar fútbol y a cambio le proponen que juegue con muñecas, le están enseñando qué se espera de ella como "mujercita", respecto de su papel como madre futura. Un niño que detesta a su hermano y le castigan cada vez que le pega, va a aprender a reprimir u ocultar su disgusto hacia él e intentará compensar su comportamiento inaceptable con logros académicos o deportivos: descubrirá además que de esta forma se venga de su hermano sin tener que pegarle y, por consiguiente, recibir castigo a cambio. De esta y otras formas, el niño o niña aprende a esconder sus aspectos inaceptables (ira, intriga, frustración, comadreo, depresión, destructividad, erotismo, odio, orgullo, curiosidad morbosa... o -si es el caso- ternura, tranquilidad, delicadeza, habilidades artísticas, etc.) a fin de mostrar solamente el lado aceptable (bondad, generosidad, ecuanimidad, positivismo, solidaridad, comprensión... o -si es el caso- agresividad, rivalidad, habilidades artísticas, etc).

Pues bien, aquello que no podemos ni queremos mostrar a los otros, aquello que consideramos vergonzoso, asqueroso, reprochable, atemorizante, pecaminoso o incierto, se llama SOMBRA. Cuando se reprime la Sombra durante mucho tiempo, no importa si para ello hemos adoptado una pose de excesivo moralismo, de pulcritud a toda prueba, de rígida austeridad, de hombres y mujeres .de bien., ésta aparece entonces en forma de sueños extraños y pesadillas, de tics nerviosos, de comportamientos obsesivos, de agitación o enfermedades sin causa aparente, de manías, extravagancias, arrebatos, vicios, caprichos, depresiones... El poder de la Sombra es tal que todo el tiempo amenaza con derribar las sólidas "puertas" que hemos levantado para dejarla en el "sótano" de nuestra psiquis. Pronto descubrimos sin embargo que hay una forma de "tratar" con la Sombra, esto es de "exorcizarla" sin tener que aceptarla como propia: esa forma consiste en culpabilizar a los otros de nuestras propias dimensiones oscuras.

Ejemplos

Renato odia la gente mentirosa, para él ese punto es algo con lo que no puede transigir. En el fondo, Renato detesta cada vez que tiene que mentir o fingir para ganar algo o quedar bien o, simplemente no ser despedido. Incapaz de aceptar -de forma conciente- como propio ese comportamiento que tanto lo avergüenza, odia a "los mentirosos", "los falsos", "los hipócritas". No se trata de una pequeña incomodidad, no, cuando es la Sombra interior la que está en juego, la actitud hacia los "culpables" se vuelve iracunda, obsesiva, descabellada. De esta manera, al culpabilizar a los otros de su propia Sombra, recibe un alivio inconsciente.

A Romina en cambio le enseñaron -de muchas maneras- que la pasividad y la ineficacia eran actitudes inaceptables. Ha construido entonces su vida sobre la consigna de trabajar, trabajar y trabajar, sin pedir ayuda ni mostrarse débil ante nadie, ni siquiera ante sí misma. Dentro de ella, sin embargo, vive un ser necesitado de afecto y ayuda que Romina jamás aceptará como sentimientos propios, porque de hacerlo tambalearía todo su edificio mental. Por eso, cada vez que encuentra a personas con las actitudes negativas que no acepta en sí misma, monta en cólera, las rechaza, las humilla, las castiga sin miramientos. Esas personas son pues su SOMBRA. Para colmo se casó con un marido débil que no la ayuda en casi nada. ¿Por qué lo hizo? Porque de esta forma -siempre de manera inconsciente- no se ve obligada a enfrentarse con su propia SOMBRA: ante un marido fuerte posiblemente se hubiera sentido débil, necesitada de ayuda, sentimientos estos que odiaría palpar en sí misma.

A María le enseñaron por otro lado que era inaceptable buscar un espacio propio, que una mujer debía estar siempre al lado de su hombre, apoyándolo, mimándolo, haciéndolo feliz, sin pensar en su propio bienestar, mucho menos en su libertad. Sin embargo -en el fondo de su ser- María necesitaba de un espacio que considere suyo para crecer como un ser humano independiente: ¿Qué hizo para solucionar ese conflicto interno? Luego de desdeñar a muchos hombres (que no calzaban con sus necesidades inconscientes), escogió como compañero a un hombre (Luis) lo suficientemente frío y distante, que de forma permanente la aparta de sí, que la obliga a buscar un espacio propio. De esta manera a María no le ha quedado otra opción que vivir su libertad, pero siempre culpando a Luis de ser tan frío y distante, que -según dice- a ella no le quedó otra opción que hacer su propia vida. Luis se convirtió entonces en un pretexto (culpable) para vivir el espacio de crecimiento que en el fondo ella deseaba pero que no se atrevía a aceptar que lo deseaba.

A Luis le enseñaron en cambio que es inaceptable y hasta peligroso manifestar sus sentimientos y buscar intimidad con otra persona. Luis se siente frágil cada vez que le viene esa hambre tan humana de dar y recibir caricias y, aunque tiene ganas de abandonarse en los brazos de otra persona, no se atrevería jamás a aceptarlo: ¿Qué hace para conjurar su lado inaceptable y temido? Se ha buscado como compañera a una mujer (María) que de forma permanente busca intimidad; a veces la mantiene a distancia y -pese a las protestas de María- le exige que busque su propio espacio, mas cuando él necesita intimidad, utiliza una clave inconsciente que impulsa a María a acercarse. En momentos como esos -pocos en su vida matrimonial- María es autorizada a borrar las distancias que él ha impuesto y lo llena de mimos. Sin embargo, Luis se justifica ante sí mismo diciéndose que fue María la que quiso intimidad, él no; que fue María la culpable de esas expresiones de ternura, él no. Su necesidad de intimidad -que no acepta de forma conciente- se ve así cubierta y expresada por María, en tanto él puede seguir convencido de que él es tan independiente que no necesita de tal intimidad para vivir.

A Marena le enseñaron que las expresiones de ira y violencia eran inaceptables. Empeñada en ocultar su Sombra, logró proyectar ante el resto la máscara -aplaudida- de una persona tranquila y comprensiva, siempre dispuesta al diálogo y la concertación. Sin embargo, ella necesitaba expresar su ira: ¿qué hizo? Se buscó como compañero a Samir que sí expresa su ira -y de qué forma- ante la menor provocación. Así, cada vez que ella necesita desfogar su agresividad, utiliza una clave inconsciente que provoca la ira de Samir. Marena entonces se espanta ante tanta agresividad y le recrimina agriamente por su ira desaforada. De esta forma, Marena logra ver la violencia -que no se atreve a expresar- reflejada en su compañero Samir. Así éste la libra de enfrentarse con su propia ira, dándole la oportunidad de quedar ante sí misma y ante los demás como una persona tranquila que, además, condena los actos de violencia en su compañero.

A Samir en cambio le han enseñado que sentir tristeza es inaceptable y vergonzoso, cosa de maricas y mujeres.. Por ello se ha conseguido una mujer (Marena) que sí manifiesta su tristeza abiertamente. Cuando Samir siente ganas de llorar, por ejemplo, le cuenta o le recuerda a Marena algo que sabe que la va a hacer llorar, o que la va a deprimir. De esta forma Marena expresa ese sentimiento que a él le parece inaceptable en sí mismo, y hasta le da la oportunidad de expresar tristeza, pero culpándola a ella por eso: "ya me hiciste sentir triste". Es entonces ella la culpable de que él se sienta triste, esto es, de que su temida Sombra haya emergido.

Mani, al igual que Marena está convencido de que la manifestación de toda rabia o frustración es inaceptable y le dan miedo las expresiones de violencia. Durante toda la semana es un tipo afable, tranquilo, cumplido y meticuloso. ¿Cómo sacar su ira? Desde hace un par de años se ha inscrito en la barra brava del equipo de su preferencia y cada domingo asiste al estadio convertido en un "huligan" dispuesto a golpear ante la menor provocación. La culpa es siempre del árbitro, del equipo contrario, o de la barra rival. Mani se siente no solo justificado ("hay que respaldar al equipo"; "ellos empezaron primero") sino respaldado por su grupo. Así, el lunes, a primera hora volverá a ser el empleado, ciudadano y padre de familiar ejemplar, incapaz de ningún acto de violencia porque, como ya sabemos, él detesta la violencia.

Lynda es una muchachita que ha crecido con un permanente temor ante la sexualidad. Su constante preocupación por este aspecto "oscuro" de su personalidad es proyectado hacia los otros y por esta razón vive atenta ante las miradas "morbosas" de su compañeros, antes las palabras "insinuantes" de los hombres, ante las conversaciones "sucias" de todos y ante esos abrazos demasiado "atrevidos" por parte de los amigos de sus papás. Lynda busca cada tanto provocar situaciones embarazosas para luego culpar a quienes actúan en respuesta a su provocación inconsciente: se desviste cerca de la ventana abierta de su habitación y cuando "pilla" a alguno de sus vecinos mirándola, los culpa de morbosos e inmorales. A veces inicia de forma sutil conversaciones que tienen que ver con sexualidad y luego se calla para escuchar las "cochinadas" que dicen y que más tarde ella criticará. Sueña -dormida y despierta- con vivencias eróticas, mas juzga con dureza a aquellas chicas que sí se arriesgan a vivir esos mismo sueños. De esta manera su Sombra, aunque todavía la inquieta, es desplazada hacia los otros.

Marlon en cambio sufre con sus pulsiones homosexuales y busca conjurarlas alzando pesas, jugando deportes violentos, hablando de manera brusca y grosera, alardeando de interminables "levantes" de mujeres. Cada vez que se encuentra ante un hombre tranquilo y sensible lo tilda de afeminado. Algunas veces ha detenido su auto en la calle para golpear a algún travesti. Ha dicho, además, que matará a uno de esos maricones un día de estos. La gente que lo conoce no duda de que alguna vez lo haga. En el fondo, su Sombra sigue golpeando las puertas que él se empeña en mantener cerradas. Un día, desde el sótano emergerán esas pulsiones homosexuales y tendrá que tomar una decisión fundamental en su vida. Por el momento, la máscara de bravucón le ha servido para cubrirse.

Jerónimo es un hombre muy religioso y respetado en su comunidad, pero desde pequeño siente que hay "cosas" terribles e inaceptables que luchan por emerger. La religión le dio un nombre a su Sombra: "el demonio". Cada vez que siente que esos sentimientos y pulsiones "pecaminosos" están a punto de salir, él los echa fuera maldiciendo al diablo, a Satanás, el señor de las tinieblas. De esta forma acepta que siente tales deseos, pero al mismo tiempo niega que le pertenezcan: son obra del Satanás, tentaciones demoníacas que oportunamente él rechaza. De esta manera Jimmy queda ante la comunidad como una persona que lucha honestamente contra las tentaciones y, en respuesta, recibe la gracia de Dios. Sabe, sin embargo, que otro Jimmy, un predicador famoso fue descubierto en un motel con una prostituta. No era la primera vez que lo hacía, esta práctica clandestina atormentaba de tal manera al predicador que durante los servicios religiosos atacaba con vehemencia a los "pecadores", a las "prostitutas", a los "fornicadores": de esta forma intentaba conjurar su Sombra sin, por desgracia para él, lograrlo. Jimmy se consuela diciendo que el otro Jimmy no oró lo suficiente, pero esos sentimientos "oscuros" dentro de él siguen atormentándolo en forma de sueños extraños. La Sombra sigue pues ahí, golpeando la puerta, buscando salir del sótano. Un día -por desgracia para Jimmy- lo logrará.

La Sombra Colectiva

La Sombra no solo acecha en los individuos, también lo hace en las familias, en la colectividad, en sociedades enteras. Veamos unos pocos ejemplos: Ariana, al igual que el Renato de nuestro primer ejemplo, odia la mentira. Fue algo que aprendió de su familia que -ella asegura con pleno convencimiento- es una familia "decente" y con "sólidos" principios morales. Aunque Ariana no lo sabe de manera conciente, su familia -al igual que muchas otras- guarda celosamente secretos que considera vergonzantes. Por ejemplo, durante años ha encubierto o disfrazado ciertos hechos respecto de su pasado (enfermedades, ignominias, deshonras, adversidades, atrocidades, traiciones, calumnias, una que otra mezcla racial "indigna", ciertas malformaciones genéticas, algún antepasado sanguinario, loco, suicida o presidiario...) al mismo tiempo que ha ensalzado hasta la mistificación, ciertos antepasados a los que consideran exitosos, geniales, o herederos de una supuesta "sangre azul". En otras palabras, es una familia que desde hace muchos años vive un engaño permanente, que "cierne" los hechos que la "perjudican" o la "rebajan", en tanto transmite a sus descendientes la obsesión por La Verdad y La Sinceridad a toda prueba. Así, Ariana, al tiempo que reproduce la mentira familiar, enmascara muchos hechos de su vida cotidiana con distorsiones y eufemismos. Por supuesto, ninguno de los miembros de su familia son concientes de la mentira colectiva que protagonizan. Si alguno -de su familia o de fuera- pusiera en evidencia la Sombra familiar, sería inmediatamente expulsado por "mentiroso", porque -como ya se sabe- ellos siempre han "odiado la mentira".

Lo mismo sucede con la sociedad: para los que gozan de un nivel social aventajado, los vagos son "los otros", los pobres; para el hombre de la calle, los taimados, ambiciosos e inescrupulosos son "los otros", los políticos, o los empresarios; para una gran cantidad de mujeres los machistas, los prepotentes, los cínicos e insensibles son "los otros": los hombres; en tanto que para muchos hombres, las chismosas, las intrigantes y chantajistas emocionales son los miembros del otro género: las mujeres... De esta manera proyectan en "los otros" su propia vagancia, ambición, mañosería, intriga, insensibilidad, etc.

Dichos estereotipos, debidamente manipulados -pues para eso son- también tienen la "virtud" de librar a pueblos enteros de aceptar -y trabajar- su propia Sombra. Veamos un ejemplo cercano: para una gran cantidad de ecuatorianos, los tontos son los pastuzos, los cobardes -y traidores- son los peruanos, los estafadores -y ladrones- son los colombianos, los prepotentes son los argentinos, los tacaños son los judíos... y al igual que ocurre con casi todas las familias, la gran mayoría intenta ocultar su Sombra (la raíz india y negra, por ejemplo) debajo de la alfombra.

La Sombra como camino hacia la Paz

Ahora bien, la Sombra no solo es un aspecto terrible y prohibido de nuestro ser, es también una fuerza extraordinaria que puede movilizarnos hasta límites insospechados. Puede reactivar, por ejemplo, nuestra creatividad y devolverle a nuestra vida una libertad que antes no conocía. Aceptar nuestra Sombra implica reconocer la totalidad de nuestro ser, una totalidad que engloba el bien y el mal, lo racional y lo irracional, los masculino y lo femenino, los conciente y lo inconsciente. Aceptarla puede librarnos del sentimiento de culpa, de la sensación de fragilidad, de la permanente sospecha respecto de nuestros sentimientos. Nos permite juntar los opuestos complementarios y, por fin, sentirnos completos, no ajenos respecto de nuestros propios sentimientos y necesidades.

Puede además suspender todo juicio: ya no son otros los culpables de aquello que no podemos aceptar en nosotros mismos, somos nosotros los responsables de cada uno de esos sentimientos. Al dejar de proyectar nuestras heridas, temores y vergüenzas en los demás, podemos establecer un ambiente de paz con nuestro entorno y nosotros mismos. Nos brinda la posibilidad de ser deliberantes respecto de nuestro ser. Como bien explica el analista jungiano James Hillman: "Freud no llegó a advertir la paradoja de que la basura también es un fertilizante, de que la infancia también es inocente, de que la perversidad polimorfa también es placentera y libre, y de que el hombre más repulsivo puede ser, al mismo tiempo, un redentor disfrazado".

Muchos se podrán preguntar, ¿pero y liberar la Sombra no significaría también liberar nuestra violencia, nuestra destructividad, nuestro odio?; ¿qué clase de mundo viviríamos si todo pudiera manifestarse de manera abierta y sin restricción alguna? La respuesta no es fácil pero trataré de esbozarla de la siguiente manera: el vapor que despide una olla de presión ciertamente puede quemarnos la mano si nos descuidamos, pero taponar su salida inevitablemente convertirá a esa olla en una bomba. Un breve perfil de los asesinos en serie nos indica que son personas más bien introvertidas y tímidas pero con una gran rabia represada: víctimas de abuso sexual cuando pequeños, de abandono de sus padres, de palizas inhumanas... fueron formando esa Ira-Sombra que se negaron a aceptar, y por tanto expresar y canalizar de manera creativa. El resultado final nos indica que esta ira termina por expresarse de forma desproporcionada, destruyendo todo a su paso.

Por otro lado, como ya decíamos, la falta de reconocimiento de nuestra propia Sombra es lo que nos ha llevado a odiar en otros lo que no aceptamos en nosotros mismos. Esa actitud de culpabilizar al otro, de convertirlo en el representante del "mal" sobre la tierra, es lo que ha desatado y justificado linchamientos, limpiezas étnicas, guerras religiosas y genocidios sin término. Se ha anulado a otros seres humanos en nombre de la humanidad, se los ha encarcelado en nombre de la libertad, se los ha matado en nombre de la vida. Esos "altos ideales" han exigido que nos escindamos, que seamos -por lo menos- dos yoes al mismo tiempo: el uno (especie de Mr. Hyde) que mata o aplaude a los asesinos que "salvan a la patria"; el otro (nuestro Mr. Jeckyll interior) que trabaja sin aparente remordimiento, da discursos sobre la necesidad del "bien" y la paz, y besa con ternura a sus hijos. Ese es el resultado de la no aceptación de la Sombra, de vivir ajenos a la totalidad de nuestro ser. Jung decía: "Donde hay amor no existe deseo de poder y donde predomina el poder el amor brilla por su ausencia. Uno es la sombra del otro".

Si en vez de satanizar al otro, nos miramos hacia dentro y nos damos cuenta de hasta qué punto somos "el otro", ¿con qué justificación podríamos atacarlo, perseguirlo o matarlo? Esta conciencia de la unidad de todos los seres humanos -más allá de sus costumbres, edades, ideas políticas o creencias religiosas- nos haría más empáticos y solidarios. Diríamos acaso estas palabras sabias: "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Y agregaríamos -como el mismo Jesús-: "Si permites que lo que está en tu interior se manifieste, eso te salvará, más si no lo haces, te destruirá".

El gran poeta William Blake (1757-1827) escribió:

Estaba enojado con mi amigo,
Le expresé mi rabia y ésta terminó.
Estaba enojado con mi enemigo,
No se lo dije y mi rabia aumentó.
Noche y día la regué
Con las lágrimas de mi miedo
Y la expuse al sol de mis sonrisas;
Y con sutiles y engañosas artimañas
Mi rabia siguió creciendo día y noche
Hasta que brotó una brillante manzana
Y mi enemigo percibió su resplandor.
Y supo que era mía
Y entró furtivamente en mi jardín
Cuando la noche oscurecía el planeta.
A la mañana siguiente, triste, descubrí
A mi enemigo, tendido, muerto bajo el árbol.
Taller personal

¿Quisieras descubrir tu propia sombra? Para ello no hay otra actitud que una actitud alerta permanente no solo ante lo que dices y haces, sino ante cómo lo dices y lo haces: tu postura corporal, tus gestos, tus énfasis. Fíjate entonces en tus sentimientos exagerados con respecto a los demás: "¡Es el colmo, nunca hace nada bien!"; "¡No puede ser que sea tan estúpido!". Por otro lado, ten siempre en cuenta el feedback negativo que recibes de quienes te sirven de espejo: "Estoy harto de tu desorden"; "¿Te has dado cuenta de que hablas sola?". Más aun, toma en cuenta aquellas relaciones en las que de continuo se produce el mismo efecto perturbador sobre más de una persona: "Nosotros todos creemos que eres un maleducado"; "Roberto y yo nos damos cuenta de que nos mientes". Además, toma nota de aquellas situaciones en las que te sientes humillado/a: "Me avergüenza el modo en que me trata"; "Siempre me hace sentir mal"; "A tu lado me siento poca cosa". Otra clave es el repaso minucioso de todos los prejuicios a través de los que te mueves y "entiendes" el mundo. No olvides, sin embargo, que la Sombra no solo es ese cúmulo de prejuicios más o menos curiosos que filtran la realidad externa: también es todas esas fantasías asesinas, esos pensamientos suicidas, ese odio que de vez en cuando sientes hacia personas como tu madre o una persona a la que le debes muchos favores, es decir sentimientos y pensamientos altamente perturbadores que deberás enfrentar cara a cara. En este sentido, no olvides acechar tus fobias, tus obsesiones, tus miedos más irracionales, tus sueños repetitivos... hasta ir conformando el mapa siempre borroso -y sin embargo clarificador- de tu propia Sombra.

Una vez que vayas tomando conciencia del insondable y maravilloso misterio que somos, la indagación por la tan pregonada totalidad del Ser empezará a ser algo más que la búsqueda de la llave en el lugar más iluminado de la calle, solo porque el farol estaba cerca, aunque desde siempre supimos que ésta se nos cayó en el lado más oscuro de la acera.

Edgar Allan García