UN ANÁLISIS INTEGRADOR DE LOS
MODELOS DE LOS ESTADOS DEL YO


El texto que sigue "Los principales modelos (de estados del yo) en uso", es la reproducción de una parte de mi artículo "Un análisis integrador de los modelos de los estados del yo", publicado originalmente en inglés en el vol. 27, nº 4, de Octubre de 1997, de la revista Transactional Analysis Journal - TAJ, editada por la International Transactional Analysis Association - ITAA. En dicho artículo consto como Jorge Oller-Vallejo. Después se ha publicado en español en la revista Análisis Transaccional y Psicología Humanista, nº 43, editada por la Asociación Española de Análisis Transaccional.


LOS PRINCIPALES MODELOS EN USO

Dejando aparte aquellos modelos erróneamente sobresimplificados (por ejemplo, aquel que considera que sentir es lo propio del Niño, pensar lo propio del Adulto y opinar -en base a juicios de valor- lo propio del Padre), actualmente suelen usarse principalmente tres modelos de los estados del yo, en ocasiones confusamente entremezclados, tanto a nivel conceptual como práctico.

El modelo más popular ha sido últimamente identificado por Novey (Novey et al., 1993) denominándole como el modelo de los tres estados del yo. Según este modelo se acepta que los estados del yo Padre, Adulto y Niño, abarcan -cada uno- aspectos que pueden ser positivos o negativos para nuestro vivir. Cada uno de los estados del yo puede funcionar apropiadamente en contacto con la realidad presente y puede cambiar positivamente a lo largo de toda la vida. Cuando los estados del yo son negativos, manifiestan vivencias y conductas que repiten cosas del pasado, aunque, en su momento, fueron lo mejor que la persona supo hacer en aquellas pasadas -y con frecuencia tempranas- circunstancias. Este enfoque sobre los estados del yo es el que ha sido ampliamente divulgado y popularizado desde los primeros tiempos del análisis transaccional, cabiendo citar en este sentido, por ejemplo, la contribución de James y Jongeward (1971), entre otras. También ha sido el usado por la escuela de los Goulding (1979) y la escuela de los Schiff (Schiff et al., 1975). En este modelo el uso positivo del Padre y del Niño constituye una importante divergencia respecto a lo que sustenta el denominado modelo del Adulto integrado, que se describe a continuación . Desde luego -tal como lo han evidenciado Clarkson y Gilbert (1988)-, Berne en sus escritos se refirió en muchas ocasiones al uso positivo del Padre y el Niño.

Otro modelo -que se caracteriza por haber tenido un fuerte desarrollo teórico en los últimos años- es el ya citado modelo del Adulto integrado. Según este modelo se considera que el Padre y el Niño son exclusivamente creados a efectos de defenderse para sobrevivir, el primero mediante introyecciones de las figuras parentales y el segundo mediante fijaciones en vivencias de la niñez, aunque todo ello, desde luyo -y en ésto coincide con el modelo anterior-, siendo, en su momento, lo mejor que la persona supo hacer en aquel temprano pasado de su vida. En cambio, el Adulto es el único estado del yo que se considera formado por una integración de los aspectos psicológicos positivos que están en contacto apropiado con la realidad presente (Erskine, 1988, 1991; Loria, 1988; Gobes citado en Novey et al., 1993). La principal premisa conceptual en la que se sustenta este modelo, es la propia definición que Berne (1961/1980) aportó sobre el Adulto, en cuanto a que éste se caracteriza por "un conjunto autónomo de sentimientos, actitudes y pautas de conducta, que están adaptados a la realidad presente" (pág. 76). Y así, basándose en esta definición, en este modelo se considera que el Padre y el Niño no están nunca apropiadamente adaptados a la realidad presente. Por tanto entonces, es necesario que a través de un proceso positivo de crecimiento, se resuelvan los conflictos internos relacionados con el introyectado Padre y el fijado Niño. Y entonces, al resolverse estos conflictos, los liberados aspectos positivos hasta entonces bloquedos por el funcionamiento defensivo del Padre y el Niño, pasan a integrarse en los estados del yo Adulto.

El modelo del Adulto integrado -dado que el Adulto que describe está en contacto apropiado con la realidad presente, mientras que, en cambio, el Padre y el Niño están en contacto con el pasado y son inapropiados para el presente- puede ser considerado como un enfoque histórico de los estados del yo (Drego, 1979). El principal problema que se plantea con este modelo, es el de cómo reconciliar sus premisas con el hecho contradictorio de que Berne mismo, en muchas ocasiones, consideraba al Padre y al Niño como manifestaciones positivas de la personalidad, aquí-y-ahora, útiles incluso en terapia. Desde luego, es dificil suponer que Berne se refiriése a estas manifestaciones positivas sin implicar que ellas fuesen adecuadamente apropiadas a la realidad presente.
Una contribución que tiene puntos en común con los dos anteriores modelos en controversia, es la aportada por Clarkson y Gilbert (Clarkson y Gilbert, 1988; Clarkson, 1992). En dicha contribución estas autoras muestran puntos próximos con el modelo del Adulto integrado e incluso usan el término "Adulto integrado" -que, desde luego, es un término polémico-, pero con una diferencia crucial: la de que el Padre y el Niño también pueden ser positivos y además cambiar con el crecimiento, lo cual hace su contribución muy similar a la del modelo de los tres estados del yo. Clarkson y Gilbert, después de analizar la aportaciones originales de Berne, consideran que el Padre y el Niño, aunque con frecuencia tienen un origen arcaico, también pueden existir como estados del yo actualizados y ser positivos -y denominárseles como se les denomina-, siempre y cuando el Adulto mantenga el gobierno ejecutivo de la personalidad. Por otra parte, para estas autoras, los tres tipos de estados del yo también pueden continuar desarrollándose y cambiando a lo largo de toda la vida.

Por último, el tercer modelo en uso -también ampliamente popularizado, al igual que el modelo de los tres estados del yo- es el generalmente denominado modelo funcional de los estados del yo (o modelo descriptivo) . En éste se describen diferentes funciones -generalmente de manera conductual, aunque también pueden experimentarse y describirse vivencialmente-, las cuales podemos manifestar positiva o negativamente en nuestra vida. Se trata de funciones en el sentido de que describen "para qué sirven" las diferentes manifestaciones de la personalidad. Este modelo también tiene su origen en la aportación inicial de Berne (1961/1980), quien, desde luego, no consideraba las diferentes manifestaciones funcionales propiamente como nuevos estados del yo a añadir a los tres descubiertos en principio, sino como subdivisiones dentro de éstos y distinguiendo en especial las del Padre y el Niño.

La condición de considerar tres y sólo tres estados del yo, con frecuencia aún es firmemente sustentada por muchos transaccionalistas adscritos al modelo de los tres estados del yo -de ahí, probablemente el denominarle últimamente de esta manera- , llegando incluso a ser reticentes respecto a un enfoque funcional que llegue a justificar nuevos estados del yo. Sin embargo, por lo general, las subdivisiones funcionales han pasado a ser consideradas también como estados del yo y con una identidad singularizada, en las diversas versiones en uso del modelo funcional, como, por ejemplo, la que describe Dusay (1977) en el egograma, ya clásica. Por lo general, en dicho modelo funcional se distingue al Padre Nutritivo, Padre Crítico, Adulto, Niño Adaptado y Niño Libre. En algunos modelos el Niño Adaptado es además subdividido en Niño Sumiso, Niño Rebelde y -últimamente, por mi parte- Niño Aislado (Oller, 1986). Ultimamente también distingo en el Adulto dos subformas funcionales: el Adulto Reflexivo y el Adulto Creativo (Oller, 1988). Sin embargo, el principal problema que permanece aún sin resolver en el modelo funcional es el de encontrar una sólida justificación de sus descripciones funcionales, en un enfoque coherente sobre el crecimiento personal y sus necesidades.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS COMPLETAS

  • Berne, E. (1966). Principles of group treatment. New York: Grove Press. (Se ha publicado en Español con el título Introducción al tratamiento en grupo, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1983).

  • Berne, E. (1974). ¿Qué dice usted después de decir hola?: La psicología del destino humano. Barcelona, Editorial Grijalbo. (Original publicado en Inglés en 1972).

  • Berne, E. (1977). Ego states in psychotherapy. En P. MacCormick (Ed.), Intuition and ego states: The origins of transactional anlaysis (págs. 33-48). San Francisco, TA Press. (Original publicado en The American Journal of Psychotherapy, 11, págs. 293-309, 1957).

  • Berne, E. (1980). Transactional analysis in psychotherapy: A systematic individual and social psychiatry. London: Souvenir Press. (Original publicado en 1961). (Se ha publicado en Español con el título Análisis Transaccional en psicoterapia, Buenos Aires, Editorial Psique, 1975).

  • Clarkson, P. (1992). Transactional analysis psychotherapy: An integrated approach. London y New York, Tavistock/Routledge.

  • Clarkson, P. y Gilbert, M. (1988). Berne´s original model of ego states: Some theoretical considerations. Transactional Analysis Journal, 18, 1, págs. 209.

  • Drego, P. (1979). Towards the illumined child: An Indian study of yo states. Bombay, Grail.

  • Dusay, J.M. (1977). Egograms: How I see you and you see me. New York: Harper & Row.

  • Erskine, R.G. (1988). Ego structure, intrapsychic function, and defense mechanisms: A commentary on Eric Berne´s original theoretical concepts. Transactional Analysis Journal, 18, 1, págs. 15-19.

  • Erskine, R.G. (1991). Transference and transactions: Critique from an intrapsychic and integrative perspective. Transactional Analysis Journal, 21, 2, págs. 63-76.

  • Erskine, R.G., Clarkson, P., Gouldingm, R.L., Groder, M.G., y Moiso, C. (1988). Ego state theory: Definitions, descriptions, and points of view. Transactional Abnalysis Journnal, 18, 1, págs. 6-14.

  • Federn, P. (1952). Ego psychology and the psychoses (E. Weis, Ed.). New York, Basic Books.

  • Goulding, M.M., y Goulding, R.L. (1979). Changing lives throught redecisión therapy. New York, Brunner/Mazel.

  • James, M., & Jongeward, D. (1971). Born to win: Transactional analysis with Gestalt experiments. Reading, MA, Addison-Wesley. (Se ha publicado en Español con el título Nacidos para triunfar, México, Fondo Educativo Interamericano, 1979)

  • Novey, T.B., Porter-Steele, N., Gobes, L., y Massey, R. F. (1993). Ego states and self-concept: A panel presentation and discussion. Transactional Analysis Journal, 23, 2, págs. 123-138.

  • Novey, T.B. (1994). Letter from the editor. Transactional Analysis Journal, 24, 3, págs. 154-156.

  • Oller Vallejo, J. (1986). Withdrawal: A basic positive and negative adaptation in addition to compliance and rebellion [or The Withdraw Child: A contribution to the functional analysis of the Adapted Child]. Transactional Analysis Journal, 16, 2, págs. 114-119. (Se ha publicado en Español en la Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, nº 16, 1987, págs. 527-534, con el título El aislamiento: Una forma básica de adaptación, positiva y negativa, además de la sumisión y la rebeldía).

  • Oller Vallejo, J. (1988). Vivir es autorrealizarse: Reflexiones y creaciones en Análisis Transaccional. Barcelona, Editorial Kairós.

  • Schiff, J.L., en colaboración con Schiff, S., Richman, D., Fishman, J., Wolz, L., Fhisman, C., y Momb, D. Cathexis reader: Transactional analysis treatment of psychosis. New York, Harper & Row.

  • Trautman, R.L., y Erskine, R.G. (1981). Ego state analysis: A comparative view. Transactional Analysis Journal, 11, 2, págs. 178-185.

  • Woolams, S., y Brown, M. (1978). Transactional Analysis. Dexter, MI, Huron Valley Institute Press.


  • El artículo está subdividido en:
    • Sumario.
    • Introducción.
    • Los principales modelos en uso (que es la parte reproducida).
    • Controversia y correspondencia entre modelos.
    • Un enfoque integrador.
    • Conclusión.